¿Tenías claro que esta película iba a ser algo diferente?
Ya desde el principio me di cuenta de que estaba involucrado en una gran película, con un personaje muy complejo, pero que era un bombón. Tuve la suerte de que contaran conmigo desde el inicio del proyecto hace ya cuatro años, así que he tenido tiempo de irme mentalizándome y metiéndome en el personaje. Ellos me tenían informado siempre de cualquier cambio que sufría la película, ya fuera una línea de guión o un cambio de localización. Dos o tres meses antes de empezar el rodaje fue cuando empecé a dejarme, a curtir el envoltorio físico. Engordé, me dejé crecer la barba y el pelo, empecé a cambiar por dentro, cogiéndole rabia al mundo, adentrándome en el lado oscuro del personaje.
Reparto de la película |
¿Mimetizaste mucho tu personaje?
Siempre se diferenciar bien el personaje de la persona. Cuando el director dice corten yo vuelvo a ser José Coronado y punto. Aquí, bueno, había días que me llevaba al personaje a casa y me quedaba en la cama dormido con las botas puestas. La verdad es que estaba disfrutando de toda esa rabia, de toda esa dejadez. Empaticé con esa bestia humana, capaz de arrancar la película asesinando impunemente. Yo creo que es gracias al talento narrativo de Enrique Urbizu que el espectador puede disfrutar de este viaje con un personaje tan negativo.
¿Cómo definirías a Enrique Urbizu?
La diferencia entre Enrique y el resto es clara: él apela a la inteligencia del espectador, le respeta muchísimo, él deja que sea el público quién tome sus propias decisiones. El thriller americano suele ser propiedad del cine americano, está claro que ellos hacen películas fantásticas, con un presupuesto desorbitado, pero también es cierto que ellos tienden a dártelo todo muy masticado. Enrique quiere que vayas descubriendo cosas pero sin darte ninguna explicación clara.
Estás particularmente bien en la secuencia del interrogatorio, ¿cómo se vivió?
La secuencia del interrogatorio la hicimos en una sola toma. Ni siquiera ensayamos, queríamos vivirlo. Aunque casi toda la película está hecha con muy pocas tomas. Se nota que Enrique tiene en la cabeza perfectamente cómo quiere que sea la película, porque hay muy pocos descartes. El cara a cara con Elena fue casi una obra de teatro. Toda la película tiene mucho movimiento, pero esta era una secuencia de plano-contra plano. Un duelo de western pero con balas en vez de palabras. Se enfrentaban la ética de la juez contra el salvajismo de Santos.
¿Y el arranque de la película?
La secuencia en el puticlub también fue clave. El realismo fue máximo, de hecho, hasta filmamos en un puticlub de verdad. Hay un momento en que el personaje de Elena dice "qué raro huele aquí"... ¡y es que olía a puticlub! Nosotros llegamos cuando ellas marchaban, a las seis de la mañana, con los focos, los micros... fue muy divertido.
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